Podría ser un vagabundo,
alguien que conoce lo que hay
después del vacio,
lo que queda cuando
ves la lona del ring a un centímetro
y no has podido levantarte.
Podría ser un final, pero no,
queda esa belleza despistada y humilde
que existe en algunos seres,
cuyos ojos parecen ver sin mirar,
y hablar sin inquirir,
con un silencio que va
de corazón a corazón,
con el pecho abierto.
Podría ser un sin techo,
un mendicante,
o alguien resucitado
que nunca olvidó sus cenizas.
Te podrían gritar su soledad,
su desesperanza,
sin embargo esperan y esperan.
Y la gente pasa y pasa
sin mirar, sin ver, sin sentir.
Sociedad fantasma
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